Urkullu deja en libertad a un jefe de ETA con colesterol y ojo vago por estar «gravemente enfermo»
La red de presos de ETA celebra la puesta en libertad de Jon Maiza Artola, ex jefe de la banda conocido internamente como Gurutz por tener colesterol y un ojo vago. Con siete asesinatos y un secuestro a sus espaldas, salió de la prisión de Martutene (Guipúzcoa) el pasado viernes, tras una decisión «humanitaria» del Gobierno vasco de Iñigo Urkullu: el reo encontraba «gravemente enfermo». Sin embargo, en sus múltiples peticiones a la justicia francesa para que le perdonasen la cárcel por motivos de salud, todas ellas rechazadas, figuran dolencias como ojo vago, problemas de retina, hipertensión, colesterol alto y diabetes. Casi un nuevo caso Bolinaga. El siguiente en verse beneficiado, con probabilidad, será el también ex jefe de ETA Suspser. Y también los 50 etarras que se podrán beneficiar de un cambio legislativo pactado por el PSOE y EH Bildu.
Maiza Artola ya disfruta de su libertad. Ingresó en ETA en 1977 y llegó a ser jefe del aparato logístico y responsable de los zulos de explosivos de la banda hasta 2007, cuando fue detenido en Francia. Allí ha sido encontrado culpable hasta en cuatro ocasiones por diversos delitos, algunos de sangre: todas suman 41 años, aunque en la última condena, de 2012, la justicia francesa decidió aglutinar todas las penas y dejarlas en 20 años. Allí cumplió condena hasta que el pasado mes de marzo fue trasladado desde la prisión de Lannemezan hasta Martutene, ya bajo competencias del Gobierno de Iñigo Urkullu. Lo solicitó él mismo, con la intención de cumplir los años que le quedaban cerca de su casa. Al menos, hasta 2027.
Pero su vida carcelaria llegó a su fin anticipadamente el pasado viernes, dando por finiquitada así la condena francesa. Maiza Artola está, según acreditó su defensa y certificó la prisión vasca, «gravemente enfermo». Él es uno de los 13 terroristas presos por los que EH Bildu y las redes de apoyo proetarras han hecho campaña para su liberación, en su caso de forma exitosa.
El Código Penal recoge la posibilidad de extinción de «enfermedad muy grave con padecimientos incurables». Desde esos ambientes no se dan datos sobre esas dolencias. Pero en 2019, la red de presos Sare produjo un documental sobre su caso, titulado De la oscuridad a casa, en la que se enumeran esos graves padecimientos: hipertensión, diabetes, dislipemia (colesterol alto), fibrilación auricular (arritmias cardiacas). El preso tiene 70 años.
Pero además, el documental sobre su figura y su «agonía» en la prisión francesa, donde denunciaban que la Justicia gala no escuchaba sus peticiones de auxilio, también recogía sus «problemas de ojo vago». Algo que unido a la diabetes le ha provocado un «desprendimiento de retina» que le ha causado perder algo de visión en ese ojo.
Ese problema de ojo vago, relata una especialista médica en el documental, le viene desde la infancia. Pero la dolencia no le impidió una carrera de 30 años en la banda terrorista, en la que llegó hasta la cúpula tras ganar méritos en un talde del Comando Vizcaya.
Durante todos esos años de actividad, se le relaciona con el asesinato de teniente coronel Alberto Aznar en 1984 y con el coche bomba que ese mismo año mató al teniente Juan Enríquez Criado, al subteniente Francisco Javier Fernández y a Luis Alberto Asensio, el cocinero del acuartelamiento al que los tres pertenecían en Galdácano (Vizcaya).
Un año después, participó en otros tres asesinatos: el del policía nacional Francisco Miguel Sánchez, el del estudiante de tan solo 14 años Alfredo Aguirre y el del general retirado de la Guardia Civil Juan Atares. Su última atribución en la banda fue la de gestionar los zulos donde ETA guardaba los explosivos con los que elaboraba los coches bomba para sus atentados.